Periplo de Boluarte por el gigante asiático fue positivo, pues consolidó la cooperación económica con nuestro país. Sin embargo, la falta de obras de conectividad nos impediría recibir grandes inversiones a través del nuevo terminal portuario.
Uno de los principales objetivos del viaje de Dina Boluarte a la República Popular China en la última semana de junio fue la consolidación del megaproyecto de Chancay, el cual estaría iniciando sus operaciones en el último trimestre de este año.
Este terminal portuario es crucial para impulsar el desarrollo económico y comercial del país.
Con infraestructura avanzada y moderna, el megapuerto mejorará significativamente la conectividad internacional, facilitando el comercio con mercados asiáticos, especialmente China. Su construcción y operación atraerán inversiones significativas, generando empleo y estimulando el crecimiento económico local y nacional.
En ese sentido, la operación del megapuerto –en conjunto con el Puerto del Callao y el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez– convertirá al país en el hub logístico y comercial del Pacífico Sur. En el mediano plazo, toda esta estructura logística beneficiará a la región de Lima con el desarrollo de infraestructura y servicios relacionados con el puerto, incluyendo mejoras en las carreteras, construcción de ferrocarriles y mayor acceso a servicios básicos (hospitales, escuelas, comisarías y demás), lo que generará oportunidades de capacitación y empleo para la población local.
Sin embargo, toda esta infraestructura es un cúmulo de buenas intenciones y anuncios vacíos porque el gobierno de la presidenta Boluarte ha hecho poco o nada para desplegar las inversiones necesarias para una óptima operatividad del terminal portuario más importante de América Latina.
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Según reveló a EXPRESO el economista y profesor de la Universidad del Pacífico, Jorge González Izquierdo, las inversiones necesarias para la operación óptima del megapuerto de Chancay no llegan ni al 10%.
“Existe un problema grave que pocos se atreven a mencionar. El megapuerto de Chancay, cuya inauguración está programada para noviembre, puede considerarse la cabeza de todo el sistema. Sin embargo, aún no se ha construido el cuerpo necesario para alimentar esta cabeza”, explicó.
“Falta mucho por hacer en cuanto a la construcción de carreteras y ferrocarriles que conecten el puerto de Chancay con la producción peruana, brasileña y boliviana. Estamos casi en cero en términos de infraestructura complementaria. Brasil ha avanzado aproximadamente un 75%, Bolivia alrededor de un 40%, y Perú no alcanza ni el 10%. Si no se desarrollen las conexiones necesarias, Chancay seguirá siendo solo una estructura poco operativa”, manifestó.
Por esa falta de inversión, el impacto del nuevo terminal recién se percibirá más allá del 2026. “Los impactos económicos del megapuerto de Chancay se manifestarán gradualmente a lo largo del 2025, intensificándose a partir del 2026. Su plena repercusión dependerá de la efectiva implementación del proyecto en su totalidad, incluyendo la construcción de las carreteras pendientes, la eliminación de vías obstruidas y la implementación de los ferrocarriles faltantes”, dijo el economista.
“El megapuerto de Chancay brindará a las empresas peruanas la oportunidad de exportar e importar productos de manera más eficiente y rentable, impulsando la competitividad del país en el escenario del comercio marítimo internacional. Gracias a esta obra de gran envergadura, Perú se posicionará para competir de manera más efectiva con otros puertos de importancia en la región y el mundo, atrayendo mayor volumen de negocios y elevando su participación en el comercio internacional”, señaló el exministro de Trabajo.
A su turno, el economista Alejandro Indacochea afirmó que el Gobierno no ha hecho nada para impulsar el megapuerto de Chancay. Por el contrario, recordó que el Ejecutivo intentó trabar el proyecto con su demanda de exclusividad, que por suerte fue desechada. “No comprendo cómo el ministro de Transporte tuvo el coraje de viajar a China, considerando que él mismo autorizó al procurador a presentar una demanda contra el puerto de Chancay por exclusividad. Si se hubiese presentado una demanda contra Chancay, también se debería haber hecho lo mismo contra los puertos de Matarani, Salaverry y Paita”, anotó.
El economista cuestionó el hecho de que los empresarios peruanos no dinamicen inversiones en la zona de influencia de Chancay.
“La exhortación se dirige en esa dirección. Los empresarios deberán asumir este desafío. Desde aquí, les insto a hacerlo. Necesitamos empresarios que asuman el reto, no solo de actuar como agentes inmobiliarios obteniendo ganancias por la plusvalía de los terrenos, sino de alinearse con los tiempos actuales e integrar toda la cadena logística, industrial y empresarial”, advirtió.
“Incluso, deben considerar el puerto de Chancay como un punto de exportación para América Latina, desarrollando centros logísticos que permitan atender las necesidades de países como Colombia y Ecuador. El norte de Chile está considerando exportar minerales a través del puerto de Chancay. Por ello, desde aquí hago un llamado al sector empresarial: deben estar a la altura de este desafío que representa el puerto de Chancay”, enfatizó.
En ese sentido, afirmó que es de suma importancia invertir en Chancay. “Ecuador está considerando exportar banano y cacao a través de Perú. Colombia, al no tener un TLC con China, busca establecer una zona franca. Bolivia, Brasil y Chile también tienen interés en exportar a través de Perú. Evidentemente, nosotros seremos el nexo con Asia”, manifestó.
“Tradicionalmente, la cuenca del Pacífico ha estado dominada por Estados Unidos. La presencia de China en esta región implica un manejo geoestratégico y un posicionamiento significativo en la cuenca del Pacífico. El tránsito desde Asia se reducirá en 12 o 15 días, y se recibirán barcos de hasta 50,000 toneladas, los cuales no llegarán a otro puerto en América Latina”, estimó Indacochea.
Fuente: Expreso
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